"No se han dejado de vestir las camas, pero no podemos servir todas las sábanas que necesitamos. Cuando faltan, se sacan de debajo de las piedras, de otros departamentos. Si no tenemos más remedio que usar las que traen con manchas, les damos la vuelta para que los pacientes no las vean", relata un miembro de la plantilla del Clínico.
Desde el Ramón y Cajal, que ya trabajaba con Flisa antes de la privatización, aseguran que el servicio ha empeorado: "Nuestro problema es, sobre todo, con los uniformes. O no hay piezas en buen estado para todos o no hay tallas, lo que nos lleva a usar prendas de otros compañeros".
La lavandería procesa cada mes un millón de kilos de ropa, aproximadamente. Cada uno de los grandes hospitales de Madrid llega a mover más de 3 toneladas de prendas al día. Todas están sometidas a controles microbiológicos para garantizar su higiene. La que no cumple las condiciones de uso, es devuelta para ser sometida de nuevo a tratamiento.
"Aquí llegamos a rechazar 80 kilos en algunos pedidos. Viene húmeda, con restos o sin planchar, así que no distribuimos toda la que deberíamos. Cuando nos faltan y hay un pico de demanda, cambiamos una sábana y la de arriba la ponemos debajo; o solo cambiamos las toallas estrictamente necesarias", insiste un responsable del 12 de Octubre. "Nos entregan ropa de cama hecha jirones o con manchas enormes. No podemos dar ese servicio al enfermo", concluyen desde La Paz.
La Consejería de Sanidad subraya que la lavandería revisa el 100% del material, respeta la barrera sanitaria, utiliza el desmanchado previo, separa las prendas no aceptables y reprocesa las que sean necesarias. A pesar de ello, confirma que "en algún caso" pueden suministrarse prendas que no cumplan con todos los criterios de calidad, "aunque ello no implique riesgo microbiológico alguno". La última auditoría externa, realizada el 17 de marzo, concluyó que la adjudicataria cumple los criterios de calidad.'
Fuente y noticia completa: 20 Minutos 12/06/2014
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