[El Mundo 29/11] 'Por primera vez en años, los profesionales de la sanidad pública madrileña estamos en huelga indefinida.
Desde el principio de la crisis hemos visto sustanciosamente mermado nuestro poder adquisitivo.
Se han perdido muchos cientos de euros de las nóminas de cada mes, se
retribuyen las guardias de los sábados como si fuesen de días
laborables, se retiraron pagas extras, se suprimieron puestos de
guardias, se dejó radicalmente de contratar, se amortizaron todos los puestos vacantes por jubilaciones y traslados, se dejaron de renovar contratos eventuales...
Nada de ello fue suficiente para que lleváramos a cabo ninguna clase
de protesta corporativa. Los nuevos modelos de hospitales de gestión
mixta fueron vistos con agrado por unos y con disgusto por otros.
Muchos profesionales sanitarios han comprendido, defendido y colaborado
con la necesidad de introducir cambios en el sistema sanitario en pro del ahorro responsable y de la sostenibilidad.
Sin embargo, la cesión de áreas enteras de salud con las decenas de
miles de asegurados que las habitan a hospitales enteramente privados
(Fundación Jiménez Díaz, el futuro de Collado-Villalba) y la
privatización de la gestión de seis hospitales públicos y de una
porción de la asistencia primaria, que el gobierno regional se dispuso
a implantar desde finales de octubre, han sido drásticamente rechazadas
por todo el colectivo sanitario en bloque.
Se ve en ellas no una vía sensata y sacrificada hacia el uso
eficiente de los recursos, sino un paso equivocado y difícilmente
reversible que redundará en una sanidad peor para todos los ciudadanos
de Madrid, transfiriendo decisiones de pura salud pública y asistencia médica a proveedores privados de servicios sanitarios,
algunos de los cuales no son más que ramas de inversión pertenecientes
a multinacionales de capital-riesgo con intereses que van desde fondos
de inversión hasta firmas de moda o empresas de telecomunicaciones.
Sabemos que la sanidad seguirá siendo pública, en el sentido de
(casi) universal y (casi) gratuita. Muchos aceptan que la transferencia
a la iniciativa privada de aspectos concretos de la sanidad, como
archivos, procesos informáticos o pruebas diagnósticas concretas,
pueden mejorar la eficiencia del sistema. No a todos repugna que el
sistema sanitario público sea compatible con oportunidades de negocio
en áreas bien delimitadas y supervisadas. Pero el sentir común es que el núcleo duro del sistema de salud debe permanecer bajo un control público estricto.
Este núcleo incluye decisiones tan trascendentales como qué profesionales se contratan, qué cualificación se les exige, cómo se les retribuye,
qué incentivos se les aplican, qué medicamentos se adquieren, cómo se
mantienen los equipos diagnósticos, qué criterios de ingreso y de alta
se emplean, qué tratamientos se consideran adecuados y cuáles no se
financian, entre otras muchas. Tememos que la necesidad de que el
sistema no solo no sea excesivamente deficitario, sino francamente
lucrativo, acabe por anteponer los criterios económicos a los del bienestar de los pacientes, trocando una sanidad universal, gratuita y de calidad por otra, sencillamente universal y gratuita.
La huelga nos duele tanto como a los pacientes que dejamos de
atender. Nos desvivimos por minimizar el impacto. Pero no se ha tomado
esta actitud en todos los hospitales y centros de salud porque
reclamemos más retribución, contratos más estables o más personal.
Radica en el convencimiento de que las medidas que el gobierno regional
se dispone a implantar al abrigo de la necesidad de hacer sostenible el
sistema desembocarán, sin casi posibilidad de remedio futuro, en una
sanidad pública incapaz de proveer la mejor atención médica posible y, en último término, en un desequilibrio de salud entre los que más dinero tienen y los que menos.
Si quieres poner tu grano de arena y manifestar tu disconformidad
con las medidas sanitarias propuestas por el gobierno regional de
Madrid, cuelga una sábana blanca en tu ventana. Las
fachadas de Madrid cubiertas de blanco mostrarán a los administradores
sanitarios, y a toda la ciudad, la disconformidad con la privatización
del núcleo de la sanidad pública.'
Fuente: opinión de Ricardo Cubedo, oncólogo del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda en El Mundo 29/11/2012
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