'Hace unos días, entrevistando a una famosa presentadora, se preguntaba y
me preguntaba: ¿En qué piensan los políticos cuando toman medidas que
afectan tan directamente a los ciudadanos, como son la subida de
impuestos, el pago de medicamentos, la privatización de la Sanidad
pública, el aumento de alumnos en las aulas, la desaparición de las
becas de comedor o de estudios, la supresión de la Ley de Dependencia,
en quién piensan, o si se limitan simplemente a dar el tijeretazo sobre
un papel repleto de números pero en el que no aparece rostro alguno,
solo frías cifras? No supe qué contestarle porque nunca he participado
de esas reuniones donde tan alegremente se decide sobre la vida, la
economía y la salud de las personas, sin tener en cuenta los dramas
humanos, las situaciones de desamparo en que quedan ancianos, niños,
mayores y jóvenes, cuando se les quita el colchón de las ayudas
sociales.
Un político que no escucha a sus ciudadanos es un político sin alma
Sé
que hay gente que por ideología o interés aplaude todas y cada una de
las medidas del Gobierno, pero me consta que son muchas más las que
cuestionan el procedimiento, la manera de encarar la crisis, con unos
recortes que siempre afectan a los que menos tienen y más ayuda
necesitan. Pero siendo esto preocupante, lo peor es el desprecio de
algunos políticos -léase Lucia Figar y Javier Fernández Lasquetty,
consejeros de Educación y Sanidad de la Comunidad de Madrid-, hacia
aquellos a los que deben el máximo respeto, les hayan votado o no. Y
sirva de ejemplo la forma en que han sido despedidos 500 facultativos de
los grandes hospitales de Madrid, sin darles tiempo siquiera a recoger
sus cosas o a atender a los pacientes que tenían cita ese día o los
siguientes, operaciones programadas, o pruebas de vital importancia para
los enfermos. Poner en la calle a cirujanos, jefes de área, médicos
especialistas, la mayoría de ellos con gran prestigio profesional, sin
ni siquiera agradecerles los servicios prestados, después de 40 años
trabajando por una mejor calidad de la medicina pública, demuestra las
escasa sensibilidad de Lasquetty por los profesionales, pero sobre todo
por lo público. Actitud que es el resultado de no haberse bajado del
coche oficial desde que terminó los estudios en la universidad, porque
de otra forma no se entiende que no quiera escuchar tampoco a ese millón
de ciudadanos que han votado por la no privatización de la Sanidad
pública.
Un político que no escucha a sus ciudadanos es un político sin alma,
un político que debería explicar con humildad por qué hace lo que hace y
a quién benefician sus decisiones.'
Fuente: Rosa Villacastín en etrelladigital.es/ 16/05/2013html
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