'El Gregorio Marañón y La Paz, los centros sanitarios más grandes de Madrid, pierden profesionales y dinero - Son los que tienen más médicos en precario'
'EL PAÍS retoma hoy la radiografía de la sanidad con los dos hospitales más grandes de Madrid: el Gregorio Marañón, centro de referencia para 750.000 personas, y La Paz (820.000). Los nuevos centros, más que sumar, restan. Se han llevado profesionales y han dejado un trabajo similar, según sindicatos y plantilla. Los casos graves se derivan a los grandes, que han asumido durante meses parte de las urgencias de los recién estrenados. La Comunidad de Madrid pinta un panorama color de rosa. En respuesta escrita, asegura que "han influido muy positivamente" y "se ha minorado la carga asistencial". En el cuestionario remitido a EL PAÍS sólo facilitaron cifras globales, no los datos por hospitales que fueron reclamados insistentemente. Los gerentes del Gregorio Marañón y La Paz declinaron ofrecer su versión.'
'El futuro de los cuatro gigantes -el 12 de Octubre, el Gregorio Marañón, el Ramón y Cajal, y La Paz- depende de unos planes funcionales gestionados por consultoras privadas sobre los que Antonio Burgueño, director de hospitales, aseguró recientemente que van a suponer un "proceso de jibarización". Todos bajarán del millar de camas a menos de 800 para convertirlos en "hospitales gestionables".'
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El PaísUn 'monstruo' desmoralizado. La apertura de dos nuevos hospitales apenas ha aliviado al Gregorio Marañón'Decir que es grande es quedarse corto. El Marañón es un monstruo con capacidad para 1.700 camas. Que el año pasado atendió más de medio millón de consultas, que operó a 38.000 pacientes. Es un hospital de grandes cifras, de eso no hay duda. También de contrastes. Sus 17 edificios -que hacen de este complejo hospitalario uno de los mayores de Europa- dan para mucho. Conviven a escasos metros la blanca y aséptica modernidad de la maternidad de O'Donnell, todo claridad y holgura, con los desconchones, las goteras y el desangelado sótano del edificio central.
El gigante se está haciendo viejo. Nadie duda de que necesita una reforma. La cuestión es cómo hacerla. La Consejería de Sanidad planea meter tijera: el centro se quedará con 830 camas, según contó el propio gerente a los sindicatos a finales de septiembre. Ahí empiezan las divergencias. "Si reduces camas, reduces personal. Eso es así", razona una auxiliar de enfermería con contrato eventual que, como la treintena de profesionales del hospital con los que habló EL PAÍS, pide ocultar su nombre por temor a represalias.
Dice Sanidad que la apertura de dos nuevos hospitales en el área 1, el del Sureste (Arganda) y el Infanta Leonor (Vallecas), le ha quitado al Marañón 475.000 pacientes. Sí y no. Les faltan casi la mitad de las especialidades y hay urgencias complicadas que siguen derivando al hospital de referencia. "Ha bajado algo la actividad, pero no la complejidad", explica un médico. "Por la noche sólo tienen un cirujano de guardia y lo mandan todo aquí", añade otro. El descenso en la actividad ronda el 15%, pero varía mucho en función de los servicios.'
'El cierre de camas ya ha empezado, afirman los sindicatos. Se han perdido 226 entre enero y octubre, según el recuento de UGT. La consejería no facilitó ningún dato sobre el hospital, pese a que EL PAÍS se los solicitó hace dos semanas. Tampoco accedió a hablar el gerente. Entre Vallecas (con 264) y Arganda (125) suman 389 camas. Sumadas a su vez a las 830 con que presumiblemente se quedará el Marañón dentro de ocho años, salen 1.219. El área 1, según este cálculo, perdería al final cerca de 500 camas. Pero no es eso lo que más preocupa al personal médico. "Bien gestionado, con las funciones bien definidas, el recorte no tiene por qué ser malo", opina una especialista.'
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El País
Profesionales de quita y pon. El H. La Paz es el centro con más médicos eventuales
'Boca abajo. Recién operado de una fístula por tercera vez. Y con una sonrisa enorme. "Ah, no, yo no me voy a otro hospital, aquí me tratan muy bien". En la quinta planta de cirugía general, en una habitación doble con sólo una cama ocupada, Jesús representa al paciente agradecido. Siempre le han tratado en La Paz. No le interesa el centro que abrieron en febrero (el hospital del Norte o Infanta Sofía), el que le correspondería por vivir en El Vellón. La fístula y su corazón (lleva marcapasos) se los arreglaron aquí. Y espera que siga así muchos años. Cinco plantas más abajo, Mohammed Ennasri gritaba hace 12 días en un pasillo de las urgencias, sujeto con correas a su cama. Con los ojos rojos. "Está intoxicado", explicaba aquella mañana un facultativo. Según el parte médico, había ingresado la noche antes. Y balbuceaba en un lugar de paso.
Jesús y Ennasri son dos caras del hospital universitario de La Paz, el segundo más grande de Madrid, centro de referencia para 820.000 personas. En febrero abrió el hospital Infanta Sofía (San Sebastián de los Reyes), con 283 camas y 850 empleados sanitarios. Debe atender a 300.000 habitantes, aligerar el trabajo del gran mastodonte, su lista de espera, sus colas de urgencias. ¿Lo ha conseguido?
Sanidad sostiene que la presión asistencial de los viejos hospitales ha bajado "entre un 10% y un 20%" con los nuevos. El gerente de La Paz, Rafael Pérez Santamarina Feijoo, pronosticó "un alivio inmejorable sobre todo en urgencias" en una comparecencia en la Asamblea en junio. Pero el directivo se negó a facilitar datos a EL PAÍS. La versión de los sindicatos que cada lunes convocan una protesta a las puertas contra la privatización de la sanidad pública (UGT, CC OO, CSIT y CGT, entre otros), se resume en que hay menos personal para el mismo trabajo con un escenario que irá a peor en los próximos meses.
Este periódico ha visitado el hospital durante dos semanas y ha conversado con 40 profesionales y pacientes en búsqueda de un diagnóstico. Trabajo en precario y con sobrecarga -han absorbido durante meses urgencias del Infanta Sofía y durante semanas las del Puerta de Hierro-, la falta puntual de material, el cierre de camas, la descoordinación con los sistemas informáticos (los hospitales tradicionales y los nuevos usan lectores diferentes para las pruebas) y un sentir general: "No han contado con nosotros". El plan funcional del hospital, el que establecerá las líneas maestras para reorganizar el espacio y el trabajo (reducir 500 camas, según la previsión de Sanidad), está en manos privadas.'
Fuente y noticia completa: El País