'Las causas más importante del fracaso progresivo de la historia clínica electrónica
(HCE), no tiene que ver con la tecnología, ni con los médicos que la
utilizan, más bien está relacionada con la incapacidad de sus
proponentes en ponerse en la piel de los usuarios. No es que queramos
que los diversos programas mimeticen fielmente el modo de trabajar de
los profesionales, ni que los clínicos , muchas veces sin objetivos
claros, comanden su desarrollo de manera exclusiva. Este no el camino al
que nos referimos, todo lo contrario, precisamente la implantación del
HCE es una oportunidad de eliminar todos los prejuicios de la medicina
tradicional y los malos hábitos de los sanitarios en la fabricación de
los registros clínicos. Al fin y al cabo elaborar una buena historia
clínica no es más ( ni menos) que un proceso de gestión de información,
y las tecnologías nos han enseñado que con su concurso esta gestión, no
solo se puede hacer más rápida, ubicua e intensiva, sino que se puede
ser mucho más intuitiva y eficaz.
Lo que nos referimos es a la asunción por parte de los animadores de
la HCE (gestores, políticos, informáticos y algún clínico confuso) de
unos postulados que se comprueban como falsos, a poco que se analicen
sin prejuicios previos. Que todos los datos sean igualmente relevantes,
la necesidad de acceso continuo permanente a los datos, e incluso la
verosimilitud de la información, son supuestos que no se cuestionan,
pero de que se intuye su debilidad a poco que se trabaje con ellos.'
Fuente y entrada completa: Rafa Bravo en Primun Non Nocere 31/08/2013
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